¿Se puede compatibilizar el trabajo con el embarazo? Se trata de una pregunta compleja con una respuesta que siempre depende de cada caso. Aunque el embarazo no es una enfermedad sino un aspecto más en la vida de la mujer, puede darse el caso de que, en un momento determinado, un trabajo que se realizaba sin dificultad puede resultar nocivo durante la gestación. Y es que a la mujer embarazada se le aconsejan dejar de hacer determinadas tareas. 

De hecho, considerar la situación de la mujer trabajadora embarazada como especialmente sensible se recoge en distintas legislaciones internacionales. En España, por ejemplo, se contempla la obligación empresarial de identificar aquellos riesgos que pueden ser peligrosos para la salud de la embarazada o el feto. Así pues, cuando exista un riesgo específico añadido al propio embarazo, habría que determinar la actuación más conveniente desde el punto de vista laboral y médico. 

Según recoge la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO), fundamentalmente existen dos tipos de riesgo de cara a la seguridad de la mujer trabajadora embaraza. En primer lugar, los riesgos clínicos, que son aquellos que dependen de los factores sociodemográficos, los antecedentes reproductivos, los antecedentes médicos y también los riesgos que existen en el embarazo actual. Y por otro lado, existen los riesgos laborales. La conjunción de estos factores puede resultar perjudicial para la salud de la mujer y el feto.

Por ejemplo, un factor de riesgo común para la trabajadora embarazada es el transporte de carga.  La actividad de manejo de cargas y las posturas son sin duda la circunstancia más frecuente en la mayoría de los trabajos que dificultan la actividad laboral de una mujer embarazada. En este sentido, como norma general, toda carga que supere más de 3 kilogramos puede entrañar un riesgo dorso-lumbar potencial no tolerable en condiciones desfavorables (realizarlo con mucha frecuencia, levantar el peso en posturas inadecuadas) y puede generar un riesgo en las mujeres embarazadas. Es por ello que la SEGO recomienda a las empresas que, en cuanto sus trabajadoras informen sobre su situación de embarazo, deberían de dejar de realizar estas tareas. 

Además, existen muchos otros riesgos que dependen de cada trabajo: ruidos, radiaciones, frío y calor extremo, trabajo a turnos, elevado ritmo de trabajo, excesivos desplazamientos, conducir o viajar de forma permanente, manipular determinados productos químicos, etc. Es por eso que siempre es conveniente que sea un doctor o tu ginecólogo de confianza el que determine qué actividades puedes realizar durante tu embarazo y cuáles no. 

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