Hoy, 3 de diciembre, celebramos desde 1992 el Día Internacional de las Personas con Discapacidad. La discapacidad es una realidad que casi todos conocemos de cerca. Según la ONU, se trata de “la minoría más amplia del mundo”, pues se estima que en torno al 15 por ciento de la población mundial (más de mil millones de personas) padece algún tipo de discapacidad. Definimos discapacidad como una condición de vida que afecta al individuo, y que puede ser física o mental. Desgraciadamente, esto se traduce en menos oportunidades económicas, peor educación y tasas de pobreza más altas en las personas discapacitadas. 

Los obstáculos que un discapacitado tiene que salvar a lo largo de su vida son múltiples, y van más allá de la dificultad que entraña la propia discapacidad. A ella hay que sumarle la falta de acceso a los servicios básicos cotidianos, como son la educación o el transporte; así como la discriminación social y la carencia de una legislación adecuada que proteja sus derechos. Según Naciones Unidas, las personas con discapacidad tienen un mayor riesgo de ser víctimas de violencia. Y es que los niños discapacitados y los adultos con discapacidad mental tienen cuatro veces más posibilidades de ser víctimas de actos violentos.

Por ello, desde CIMA, Cuidado Integral de la Mujer en Andalucía, apoyamos la integración de las personas discapacitadas en una sociedad incluyente que proteja los derechos de todos. En este sentido se posiciona la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, aprobada en el año 2006 y que cumple 10 años. El texto reconoce la accesibilidad y la integración como derechos fundamentales de los discapacitados. Se afirma en la idea de que barreras que la propia sociedad pone a las personas con discapacidad son parte fundamental de la inadaptabilidad y vulnerabilidad del colectivo. 

 Pese a este reconocimiento, aun tenemos mucho camino que andar. Está demostrado que, una vez que se consigue la integración, las personas discapacitadas pueden aportar mucho a nuestra sociedad y participar de forma activa en ella. Por ello, es necesario presionar a los gobiernos para que legislen debidamente en este ámbito. Educar en una sociedad inclusiva y respetuosa es responsabilidad de todos.